A veces uno no
consigue otra cosa que dar sólo tumbos,
chocando contra todo límite,
moretones
sin caricias.
De no encontrar un lugar dónde estar
ni ser el lugar.
La sensación de no pertenecer a ninguna huella que haces.
Así uno pinta y despinta.
Así uno llena páginas de libretas.
Así uno hace y deshace la balsa,
a ratos funciona y otras veces se filtra el agua,
entonces buscas otras maderas, otros nudos, otra estructura,
esperando cada vez durar más tiempo sobre la superficie,
antes de ahogarme
otra vez.
Luego visitas con un click una foto,
una librería de usado
y te encuentras esculturas parlantes con la pared,
o el nombre de un poema como tu tatuaje
y sabes que ellos también construyen su balsa.
Que también quieren flotar por más tiempo.
Que buscan para cada hueco una madera distinta para resanar.
Y reconoces también que reciben al agua
cuando es tiempo de ahogar
y de reestructurar.
De ellos comparto la labor del naufragio
y de la solitaria
construcción de una balsa.